domingo, 15 de junio de 2014

DEMASIADO VIEJO PARA EL ROCK AND ROLL ( DEMASIADO JOVEN PARA MORIR ) Antologia. Ediciones Irreverentes

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EL ROCK DE LAS MARISMAS
Joaquín Lera

Los caballos relinchan en la puerta donde Ian Dury da un concierto cerca del Bernabeu. Se oyen chillidos. Todo el mundo va medio colgado con un porro en la mano y los ojos de tripi, caballo o anfetaminas.
La puñetera movida fue muy buena para algunos pero otros se quedaron en el camino sirviendo de cobayas con pantalones de cuero a la recién estrenada demo-cracia.
Los managers buscaban a Ian que se había escondido debajo de unas escaleras con una botella de güisqui ajeno al revuelo que se había montado en la puerta, descojonado de risa, sin saber a ciencia cierta si estaba  en Dublín, Londres o el Pozo del Tio Raimundo.
Media hora más tarde cuando la peña estaba a punto de vomitar en cadena lo encuentran y lo suben al escenario en volandas con un pedo del quince. Como si hubiera resucitado al empezar a sonar su grupo Blockheads  comienza a cantar y se mete al público en el bolsillo que sale si cabe más alucinada que entró.
La castellana es un hormiguero de zombies y el metro un improvisado botellón. Al llegar a San Bernardo me encuentro con Dylan cantando The answer my friend is blowing in the wind. Decido acompañarle en su gira underground por el planeta luna.
Le digo que tenemos que hacer juntos una canción que se llame el rock de las marismas y me contesta que cuando quiera.
Al día siguiente nos vamos a London en globo. Un melómano nos ha regalado unos billetes que le habían tocado en una tómbola con Frank Zappa en la cara A  y  Jim Morrison en la otra. Janis y Joan son las azafatas de ese  vuelo sin motor directo a las nubes. Delgados como papeles de fumar empezamos a ascender con el humo de un porro de Bob Marley que nos lleva en segundos a Jamaica. De repente Lennon, Paul, George y Ringo se posan  como palomas de la paz en el borde de la caja de mimbre entonando imagine all the people… yesterday… something… y otras maravillas.
Aterrizamos en la isla de Wight donde nos espera Jimi Hendrix que anda algo mosqueado porque ha roto su guitarra en un subidón.  Como soy zurdo decido prestarle la mía y enseguida nos hacemos coleguitas.
Guiados por delfines remamos varias noches en una patera gigante con los hermanos Marx, Charlot, Pablo Neruda y un tal Naguib Mafoud directos a Long Island. A lo lejos vemos a Elvis bailando encima de un flotador y a Carlos Santana diciendo: ¡Samba pa ti!. Pelotudo.
Al llegar a la playa una plaga de tías en pelotas nos espera con las piernas abiertas.


Agotados atravesamos las dunas de los sueños por supuesto en camello.
Pasados tres meses tenemos la boca como alpargatas al sol y llegamos sedientos a un oasis. En la puerta está Meat Loaf  comiéndose un chuletón de Avila con Canned Head, John Mayall y Fred Asteire que se había comido unas hierbas alucinógenas y no paraba de bailar el muy cabrón.
 Habíamos llegado a tiempo para un memorable concierto alrededor de la hoguera de confetis. Lou Reed estaba haciendo el amor con Sweet Jane y Eric Clapton con Layla mientras un jovencísimo James Taylor no paraba de hablar de una tal Carolina que se había metido en su mente.
También estaban The Class tirándose a Lola y Queen desempolvando eternas melodías. Encima de un bafle Mick Jagger discutía con Keith Richard por Angie mientras en el otro los hermanos Allman montaban a caballo con Jessica y Melissa.
Un cachondeo de concierto vaya. Una orgía musical que te cagas . Sara se lo hacía con Fleetwood Mac, Kiss con Beth, Boston con Amanda, The Doors con Gloria y Simon y Garfunkel rayaban la aguja del tocadiscos con Cecilia. A la fiesta se sumaron Toto con Pamela, Police con Roxanne y Aerosmith con Mia.
Lo pasamos en grande esa noche. Hasta pasó por allí la mismísima Susie Q y una tal Aretha Franklin que cantaba de puta madre.

La resaca duró décadas. Algunos aún no se la han quitado de encima.

Pero nosotros al día siguiente ya estábamos atravesando el Canal de la Mancha con un tal JJ Cale que estaba por entonces enseñando al mismísimo Einstein a tocar rumbas en las aspas de un molino de viento. Al llegar a la orilla un tal Bruce con un apellido rarísimo nos llevó en una vespa con sidecar hasta The River...
Allí nos zampamos unas migas del copón que nos apañaron el cuerpo.
Dormimos como bebés varias noches seguidas.

Una mañana sin saber como despertamos en Finisterre al lado de un precioso pueblito llamado Corcubión traídos por un submarino amarillo donde estaban Supertramp, , ACDC, The Who, Rod Stewart, Elton, John, Billy Joel, Carole King, Génesis, Phil Spector, Leonard Cohen, Los Ramones, Nina Hagen y Woody Allen que no sé que coño hacía allí. Alomejor era primo de un tal Robert Allen Zimmerman.

La tripulación de la ballena mecánica era interminable. No paré de alucinar en todo el trayecto. Cada noche aparecía un almirante distinto.
Acerté a distinguir entre ellos a Muddy Waters, Bill Haley, Jerry Lee Lewis, Buddy Holly y Gene Vicent pero mi colega Dylan me comentó que también había visto al mismísimo, Fats Domino, Bo Diddley, Eddy Cochran y un tal Chuck Berry que se había colado por el periscopio desde que salimos y no dejaba de decir Johnny B. Good

Woody Guthrie y Peete Seeger ejercían de cocineros. De pinches teníamos a The Brothers Four . Un astronauta llamado Louis Amstrong nos despertaba a toque de trompeta. John Lee Hooker cada viernes preparaba pollo y cerveza gratis para todos y un largo etc… del glam, el hard, el punk el heavy hacían las camas, jugaban a las cartas y orinaban donde les venia en gana.
El Rhytm and blues sonaba a todas horas en los camarotes.
Fue en uno de ellos donde me enamoré perdidamente de mi querida Tina Turner aunque Chrissie Hynde también me estaba haciendo ojitos.
Al final acabé con Emilou Harris dale que te pego, Together again, todo el tiempo. Que le vamos a hacer.
Musas, fusas, musas fusas, musas, fusas… Así es la vida.
Esa noche acabamos con todos los mecheros.

¡Qué flipada tío!
Al divisar el muelle teníamos un montón de seguidores esperando. Se había corrido la voz por las olas de la tierra e a miña non iba a ser menos.
Un tsunami de nuevos grupos había invadido el horizonte cantando en typical  spanish…Cucharada, Leño, Ñu, Baron Rojo, Asfalto, Barricada, Miguel Rios, Coz, Luz y Tino Casal, La orquesta Mondragón, Los Brincos, Los Canarios,, Los Bravos, Los Sirex, Lone Star, Formula V, Smash, Triana, Companyia Eléctrica Darma, Los Pequeniques… un chaval tocayo mío que me llamaba a todas horas al que le dieron las diez y las once… todos estaban allí.
Obuses de chavales enganchados a la guitarra.
La polla records de vinilos.
Golpes bajos para la industria melosa.
Glutamatos, secretos, derribos, siniestros, aerolíneas, ilegales, toreros, loquillos, danzas, gabinetes, héroes, pegamoides, parálisis, uniones, mecanos, vulpes, aviadores, nacha, pop , radio, futura, burros, bólidos, cacas de lujo, ángeles del infierno, magos, escapes, martirios, exremos duros, niños gusanos, suaves, boicots, ventoleras, fitipaldis, venenos, fugas, topos, lujurias y no sé cuantas más utopías invadían la península.

El rock urbano aplastaba como una marea  las calles de las grandes ciudades. Desde las habitaciones de los hoteles cinco estrellas hasta las pensiones más inmundas el sonido chirriante de las cuerdas rechinaban como agujas en los tímpanos de los aspirantes a humanos.
Los edificios bailaban rock and roll, los autobuses bailaban rock and roll, la tortilla de patata bailaba rock and roll. Los muros del mundo bailaban rock and roll. Algunos cayeron atravesados por termitas que cantaban rock and roll… sino que se lo digan a Pink Floid.

El rock había triunfado para siempre. Se había convertido en un clásico como Mozart y Eric Satie, Miles Davis y Edith Piaf, Atahualpa Yupanqui y Rachmaninov, Paco de Lucia y Chopin.
Entró para siempre en las pantallas de los cines. En las televisiones y las computadoras.

Al pasar por Montevideo pudimos ver a Gardel bailando rock con  Jeff Beck. En Sudáfrica a Mandela cantando el only you. En la India a Ghandi coreando humanity con Scorpions.
En el Vaticano a Juan pablo II con la guitarra de B.B King.
Incluso vimos a Rosalía de Castro recitando follas novas con música de Abba o a Castelao cantando: Si yo tuviera una escoba, cuantas cosas barrería… era un flipe…
y el colmo fue cuando nos topamos con Federico Garcia Lorca  echando un casquete con David Bowie encima de las rocas de la islas Cies. Una pasada.

Tengo que decir que aprendí mucho en ese viaje que duró varias décadas.

Como yo conocía bien la ría y sabía la  tabarra que nos iban a dar cuando llegáramos a puerto le dije a mi amigo Bob y unos cuantos elegidos que nos tiráramos al agua antes de llegar que les iba a invitar a unos exquisitos centollos, unos erizos de mar con huevos de codorniz y una lubina flambeada que se iban a chupar los dedos en la Isla de la Lobeira.
Y allí; on the beach, con mi compadre Chris Rea preparamos las viandas y nos pusimos ciegos cantando hasta el amanecer.
Desde entonces cada verano quedamos en lugares diferentes, pero no sé como hacemos que siempre acabamos comiendo, cantando y follando como locos con alguna fan que también se fumó aquel porro de Bob Marley en el mismo sitio.
Bob siempre me pregunta lo mismo.
Oye Quin: ¿Cuándo vamos a terminar el Rock de las marismas del que me hablaste en las vías del metro?
Y yo contesto: Tranquilo Bob tranquilo. Tenemos toda la vida por delante.
Genial.



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